Locomotora

Cuántas no son las expectativas del andante.

Cuántas, sus esperanzas. 

Y ponemos toda nuestra fuerza y empeño. Hasta, a veces... perdemos el sueño. 

Y pasan los días como locomotora a todo vapor. 

Y el empecinamiento nos hace sordos a su gran ruido. 

Un día miramos hacia atrás. Absortos, como en presencia de un espectáculo. 

Se vuelve impresionante el recorrido. El pasado está ahí con todos sus errores y aciertos. 

Surgen entonces, de alguna parte, preguntas: "Qué era en realidad". "De qué estaba hecho". "Qué he conseguido". "Cómo fue que hice todo este camino".

No doy tiempo a las respuestas. Ellas son independientes. Se toman su propio tiempo, pues, buscan sus correspondientes trajes para el viaje. 

Mi trabajo será reconocerlas cuando lleguen. 

Y así... entre caos, paz y expectativa, transcurre todo. 

Continúa el viaje. La locomotora ya no me ensordece.